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29 DE OCTUBRE, DÍA MUNDIAL DEL ACCIDENTE CEREBRO VASCULAR (ACV)

El riesgo de padecer un ACV se incrementa con la edad (mayores de 50 años), pero inciden fundamentalmente los factores de riesgo vascular que son exactamente los mismos que pueden determinar la aparición de un evento vascular agudo de otro aparato como el cardiovascular: Hipertensión Arterial (hasta en el 80 % de pacientes con ACV), Diabetes, Dislipemias como hipercolesterolemia e hipertrigliceridemia, tabaquismo (aumenta 4 veces el riesgo de padecer ACV), obesidad, sedentarismo, enfermedades cardíacas (de las válvulas cardíacas, cardiopatías dilatadas, arritmias como la fibrilación auricular crónica en una quinta parte de pacientes con ACV), la enfermedad coronaria y enfermedades hematológicas que predisponen a la trombofilia, etc.
En este último tiempo se vio un aumento de casos en adultos jóvenes. Según un estudio norteamericano, los ACV en personas de entre 20 y 54 años pasaron del 13% en 1993 al 19% en 2005. Por un lado se detecta mejor y más precozmente pero por otro, el estilo de vida moderno implica un retroceso en calidad de vida por motivos ambientales y polución, el stress, el hacinamiento, la mala alimentación y el sedentarismo. A su vez hay mayor obesidad y cada vez más factores de riesgo en pacientes adultos jóvenes. Los avances tecnológicos trajeron ventajas y desventajas que son precisos analizar.
Poder identificar un ACV es muy importante, ya que la detección precoz es vital para su abordaje correcto y temprano. Hay diferentes tipos de ACV. En primer lugar hay que diferenciar si es Isquémico (80%) o Hemorrágico (20%). También serán diferentes según la arteria y el territorio cerebral involucrado. Recordar que un ACV implica un compromiso neurológico focal dependiente del territorio vascular de la arteria afectada. Se sabe que a mayor tiempo transcurrido desde la aparición de los síntomas, mayores pueden ser las complicaciones asociadas, incluido el riesgo de muerte, y mayor el daño neuronal ulterior y las secuelas a corto y largo plazo. En los últimos años se ha puesto una enorme atención para alertar a la comunidad acerca de cuáles son los síntomas más comunes que hacen pensar en un ACV. Sobre todo hay que tener en cuenta:
1) La aparición brusca de debilidad de un miembro, la boca o la cara, o de la mitad derecha o izquierda del cuerpo.
2) La sensación de adormecimiento o cosquilleo de un miembro, la boca o la cara, o la mitad derecha o izquierda del cuerpo.
3) La dificultad brusca en el lenguaje para emitir o comprender palabras o en el habla para articularlas correctamente.
4) La rápida aparición de síntomas de incoordinación o torpeza de un miembro o en la mitad del cuerpo.
5) Un cambio brusco del estado de conciencia como somnolencia excesiva, letargo, estupor o coma.
6) Visión doble o disminución brusca de la agudeza visual de un ojo, o bilateral.
7) Vértigo o mareos de comienzo brusco o inestabilidad en la marcha. 8) Dolor de cabeza de comienzo explosivo.
Una vez sospechado el diagnóstico hay que actuar rápidamente para recibir atención médica inmediata. En lo posible los familiares deben evitar movilizar o desplazar al paciente. Tampoco deben administrarle medicación alguna. Lo mejor es que el paciente permanezca recostado, en decúbito lateral para evitar broncoaspiraciones, en reposo, hasta el arribo del médico y enfermero del sistema de urgencias. Lo habitual es que cuando un familiar alerta al servicio telefónico de urgencias, el mismo gatilla un dispositivo de atención inmediata que no debe tardar más de 20 o 30 minutos en arribar.
Una forma de prevención es realizar un estricto control de la presión arterial y evitar fumar. También es fundamental llevar una vida saludable en cuanto a hábitos de alimentación: se recomienda una dieta reducida en grasas saturadas, evitar el exceso de sal y azúcares refinados, frituras, embutidos y fiambres. Aumentar el consumo de pescados de mar al horno o a la plancha, usar aceite de oliva crudo, semillas, cereales y fibras, vegetales y frutas. Practicar ejercicio físico regular sobretodo aeróbico y adecuado para la edad y condición de cada persona. Y lo que es fundamental, evitar tareas stressantes y desarrollar actividades recreativas estimulantes tales como viajar o fomentar hobbies, además de actividades culturales, académicas y enriquecedoras.